Acabo de terminar mi lectura de “El niño 44”, de Tom Rob Smith. El protagonista, el ruso Leo Demidov, héroe de guerra y oficial del MGB, el Ministerio de Seguridad del Estado de la URSS, es decir, un ejemplar ciudadano soviético, creyente en el sistema, en la construcción de la sociedad socialista, y aparte un verdugo mismo del sistema.
Porque en esa sociedad perfecta hay una cosa que no existe: el crimen. Existe la igualdad, las clases se han extinguido, por tanto el crimen es innecesario y no existe. Y cuando se comete uno, tiene que enfrentarse a que el aparato del sistema lo oculte, aunque la víctima sea el hijo de otro miembro más del sistema. La envidia de los subordinados sin escrúpulos lo lleva hasta llegar a culpar a su propia esposa de espionaje.
No voy a decir más de la trama, os recomiendo leeros el libro. Para mí ha sido una fascinación leer sobre el período final estalinista, el horror totalitario y la histeria colectiva donde un inocente se puede convertir en sospechoso, un criminal en verdugo y el propio verdugo en víctima del sistema. Donde cada ciudadano es sospechoso, es vigilado y todos tienen su sitio según la decisión del Estado, sin libertad, sin quejas, y sin esperanzas. Así es como el paraíso del proletariado se convirtió en la más perfecta explotación del hombre por el Estado. En una sociedad perfecta no caben las “anomalías”, y si existen, como supuestos traidores, homosexuales, disidentes… deben ser eliminados.
En la dictadura del proletariado no cabe la verdad frente al sistema, la verdad es lo que dice el sistema, es la nueva fe, la nueva inquisición.
Os lo recomiendo de veras.
Porque en esa sociedad perfecta hay una cosa que no existe: el crimen. Existe la igualdad, las clases se han extinguido, por tanto el crimen es innecesario y no existe. Y cuando se comete uno, tiene que enfrentarse a que el aparato del sistema lo oculte, aunque la víctima sea el hijo de otro miembro más del sistema. La envidia de los subordinados sin escrúpulos lo lleva hasta llegar a culpar a su propia esposa de espionaje.
No voy a decir más de la trama, os recomiendo leeros el libro. Para mí ha sido una fascinación leer sobre el período final estalinista, el horror totalitario y la histeria colectiva donde un inocente se puede convertir en sospechoso, un criminal en verdugo y el propio verdugo en víctima del sistema. Donde cada ciudadano es sospechoso, es vigilado y todos tienen su sitio según la decisión del Estado, sin libertad, sin quejas, y sin esperanzas. Así es como el paraíso del proletariado se convirtió en la más perfecta explotación del hombre por el Estado. En una sociedad perfecta no caben las “anomalías”, y si existen, como supuestos traidores, homosexuales, disidentes… deben ser eliminados.
En la dictadura del proletariado no cabe la verdad frente al sistema, la verdad es lo que dice el sistema, es la nueva fe, la nueva inquisición.
Os lo recomiendo de veras.
1 comentario:
Actualmente seguimos vigilados con la extraña sensación de libertad, y libertad mientras haya dinero para tocarla y sentirla. Es un modo más sutil, más perfecto, no nos damos cuenta y ciertamente, el Estado no nos hace desaparecer ni nos secuestra, pero igualmente promover la desesperanza y la sociedad a la deriva del naufragio del barco del progreso, que ya deja tocados a muchos.
Ánimo con vuestro blog, es la primera vez que entro aquí
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