En una edición dominical de EL PAÍS de hace unas semanas se analizaba, bajo el expresivo titular de "Europa se ancla a la derecha", el fenómeno objetivo que nos revela el avance de la derecha en casi toda Europa.
Como argumento gráfico se adjuntaban dos mapas comparativos que denotan la inversión del color de los gobiernos nacionales en los últimos 10 años hasta llegar a la Europa conservadora de hoy en día.
La semana laboral de 65 horas, la estrategia anti-migratoria y las peligrosas licencias que se está tomando la UE en lo que a lucha antiterrorista se refiere, revelan y evidencian el viraje conservador de la UE.
Hace 10 años, se estaba también en el debate de la jornada laboral. Parecían entonces más factibles alcanzar las 35 horas semanales (proyecto que abanderó Francia en su momento) que las 65 horas que ahora se nos plantean como inevitables.
Vivimos, según algunos en una era posideológica, en la que se impone el pragmatismo a los valores y en la que se rebasan las ideologías.
En mi opinión esto es una falacia, que fue promovida insistentemente por Thatcher en los ochenta, según la cual ya no hay ideologías, las cartas están ya marcadas y las reglas del juego están muy claras.
Lo que está sucediendo en Europa es un fenómeno profundamente ideológico, no hay que engañarse. Es un fenómeno ideológico de un sólo signo: el recorte de libertades y derechos. Una estrategia capitaneada por la derecha neoliberal que ha conseguido imponerse en la batalla ideológica a la izquierda y al centro-izquierda. Esta, aturdida, no puede más que ir a remolque y asumir (craso error) que la actual UE es la única posible. Ante las 65 horas: abstenerse. Ante la normativa de retorno de inmigrantes: votar resignados y dar el patético argumento de que esto es "mejor esto que nada"
Este es en mi opinión el problema de la izquierda europea. Está calando en sus huesos el mensaje de la derecha. La izquierda se contamina y no se atreve a rebelarse (entiendase el término) contra una situación grave de desconfiguración y difuminación de la Europa Social (hasta ahora proyecto máximo de la socialdemocracia a nivel europeo).
Se está deshilachando la bandera de los derechos humanos, de las libertades y del modelo social, seña de identidad de la UE a lo largo de estas cinco décadas, sin que aparezca nadie con la fuerza y la determinación precisa para restaurarla y retomarla.
Para concluir, me parece que la izquierda continental no está siendo capaz de dar respuestas sólidas a temas como, precisamente, la inmigración ilegal, la seguridad, la lucha antiterrorista... etc. La derecha ha copado ese espacio, por no comparecencia del "rival" y por eso la ciudadanía solo escucha una sola propuesta, un único punto de vista ideológico en cuestiones que son realmente importantes.
La izquierda tiene que replantear su postura, salir de la órbita neoconservadora y presentar su agenda para estos y otros temas.
Reflexión de Alberto Ginel Saúl
Como argumento gráfico se adjuntaban dos mapas comparativos que denotan la inversión del color de los gobiernos nacionales en los últimos 10 años hasta llegar a la Europa conservadora de hoy en día.
La semana laboral de 65 horas, la estrategia anti-migratoria y las peligrosas licencias que se está tomando la UE en lo que a lucha antiterrorista se refiere, revelan y evidencian el viraje conservador de la UE.
Hace 10 años, se estaba también en el debate de la jornada laboral. Parecían entonces más factibles alcanzar las 35 horas semanales (proyecto que abanderó Francia en su momento) que las 65 horas que ahora se nos plantean como inevitables.
Vivimos, según algunos en una era posideológica, en la que se impone el pragmatismo a los valores y en la que se rebasan las ideologías.
En mi opinión esto es una falacia, que fue promovida insistentemente por Thatcher en los ochenta, según la cual ya no hay ideologías, las cartas están ya marcadas y las reglas del juego están muy claras.
Lo que está sucediendo en Europa es un fenómeno profundamente ideológico, no hay que engañarse. Es un fenómeno ideológico de un sólo signo: el recorte de libertades y derechos. Una estrategia capitaneada por la derecha neoliberal que ha conseguido imponerse en la batalla ideológica a la izquierda y al centro-izquierda. Esta, aturdida, no puede más que ir a remolque y asumir (craso error) que la actual UE es la única posible. Ante las 65 horas: abstenerse. Ante la normativa de retorno de inmigrantes: votar resignados y dar el patético argumento de que esto es "mejor esto que nada"
Este es en mi opinión el problema de la izquierda europea. Está calando en sus huesos el mensaje de la derecha. La izquierda se contamina y no se atreve a rebelarse (entiendase el término) contra una situación grave de desconfiguración y difuminación de la Europa Social (hasta ahora proyecto máximo de la socialdemocracia a nivel europeo).
Se está deshilachando la bandera de los derechos humanos, de las libertades y del modelo social, seña de identidad de la UE a lo largo de estas cinco décadas, sin que aparezca nadie con la fuerza y la determinación precisa para restaurarla y retomarla.
Para concluir, me parece que la izquierda continental no está siendo capaz de dar respuestas sólidas a temas como, precisamente, la inmigración ilegal, la seguridad, la lucha antiterrorista... etc. La derecha ha copado ese espacio, por no comparecencia del "rival" y por eso la ciudadanía solo escucha una sola propuesta, un único punto de vista ideológico en cuestiones que son realmente importantes.
La izquierda tiene que replantear su postura, salir de la órbita neoconservadora y presentar su agenda para estos y otros temas.
Reflexión de Alberto Ginel Saúl
2 comentarios:
Ojalá estuviéramos en una época "post-ideológica". La ideología supone que, a partir de unas ideas elaboradas al margen de la realidad (teoría), se modifica ésta (praxis). Esto está en la base, por ejemplo, de todo socialismo, de la idea de "cambiar" la sociedad, de "romper" con la tradición (progresismo), así como se sitúa también de una manera paralela en la base de todo nacionalismo: por eso tienen tanto en la boca aquello de la "construcción nacional". Su paralelo es, aunque suene paradógico, la "deconstrucción" cultural de occidente, a base de leyes, a base de igualar lo que es por naturaleza desigual, por ejemplo, equiparar el homosexualismo y el heterosexualismo.
En cambio, el mundo postideológico sería un mundo en libertad, en responsabilidad y tradición. Y desde luego, los esquemas morales no los dictaría el estado ni el gobierno de turno.
Así que puede que veamos ahora una mayoría de gobiernos supuestamente "de derechas" pero en cuanto a los esquemas ideológicos y mentales, éstos siguen siendo en práctica mayoría los de la izquierda. Tal vez lo que os moleste sea que, en economía, donde no es tan fácil jugar a ingeniero social, a la izquierda le cueste un poco más implantar sus esquemas indiscutibles.
Saludos
Buenas Jorgepé:
Una época post-ideológica según mi opinión es íntegramente imposible, ya que vivimos en un mundo en plena transformación y dinamismo, es ingenuo creer que "el fin de la historia" se configuro con la caída del muro de Berlín, es cierto que ha habido cambios de calado en estos años, pero no se puede colegir que las ideologías no existen, ni querer perpetuar una coyuntura en la cual el mercado invade las funciones de otros pilares del poder (Gobierno, Soc. Civil) propiciando la disfuncionalidad de los entes estatales, además de existir la evidencia palmaria de que la mano invisible y el funcionamiento del mercado no funcionan y que requieren de una notable redistribución, regulación.
Es impensable en la tesitura actual pensar en una era post-ideológica eternamente estática, ya que existe una confrontación de intereses entre estratos sociales.
Según mi opinión el progreso se debe sustentar en la idea de independencia del individuo y la eliminación de los escollos que imposibilitan el mismo (intervenciones arbitrarias de cualquier tipo, restricciones anodinas y subjetivas por parte del Estado), la preservación de la igualdad de oportunidades, la movilidad social debe ser los fines del Estado.
El Estado no debe desempeñar las funciones de égida de los credos de una mayoría, si no que debe actuar de forma imparcial mediante un velo de ignorancia que permita igualar el cupo de libertad de todos sus ciudadanos; para poder respetarnos solo necesitamos empatía y reconocimiento mutuo, tú mismo reconoces que sería ideal que el Estado o Gobierno de Turno no impusiera sus edictos morales, indudablemente estás a favor de un Estado que no se postule en ningún sentido religioso, ¿no?.
Todas nuestras relaciones sociales se cimientan por criterios convencionales fruto del acuerdo entre hombres, el matrimonio es una Institución convencional, no natural, es fatuo aludir a la naturaleza para defender esta cerrazón que pretende devaluar el amor que procesa una persona a otra independientemente de su condición sexual.
No considero que la izquierda tenga mayor dificultad para imponer sus criterio en economía, es más, la derecha tiene profundas contradicciones en su doctrina ideológica, ¿cómo se puede ser neo liberal y defender el proteccionismo?, ¿cómo se puede confiar de forma absoluta en el laissez-faire cuando hay factores exógenos que alteran la oferta o demanda? ¿Cómo se puede creer en el mercado, cuando hay una parte fuera de toda regulación e información como son las OTC ”over the counter” que ha propiciado que una masa de especuladores puedan campar a sus anchas sin deberse a nada ni a nadie?
La izquierda debe anteponerse ante los criterios ideológicos y mentales de la derecha sintetizados en la exclusividad, la estoicidad, y en la obnubilación por los indicadores económicos descartando el bienestar de la Sociedad, además no sé qué convincente puede albergar la propuesta de las 65 horas, la derecha nunca podrá defender su teoría ya que no puede convencer por ese método , solo pueden imbricar los verdaderos escollos diarios, azuzando el miedo entre la población creando chivos expiatorios.
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