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martes, 18 de noviembre de 2008

Un nuevo contrato social


España ha cambiado mucho desde 1978. La sociedad, las formas de pensar, el problema militar, el terrorista, las relaciones con Europa… España ha dado un giro sorprendente. El modelo autonómico vino a satisfacer las reclamaciones nacionalistas: el autogobierno. Por ende, también se extendió por el resto del país. ¿Esto ha sido bueno? Sí. La gestión más próxima tiene que estar lo más cerca posible del ciudadano, no sólo para ofrecer una buena administración y ayuda, sino para ejercer un mayor control. Creo que el modelo de descentralización no debe ser sólo al campo regional, sino traspasar a lo local, llegar hasta la democracia más participativa posible.

Esto tiene que ir con un planteamiento básico: se descentraliza para ayudar al ciudadano, no se descentraliza por un territorio. El ciudadano es la piedra angular del sistema, no las regiones. Cuanto más feliz sea un ciudadano, cuanto mejor pueda vivir y cuantas más de sus derechos se vean garantizados y perfectamente ejercidos, mejor será para la nación, el territorio o la localidad.

Las reformas estatutarias emprendidas con la caída de la derecha del poder tienen dos intenciones: una, reestructurarse frente a los nuevos retos transcurridos esos 30 años de cambios en la sociedad; dos, volver a intentar contener las exigencias del nacionalismo. Cuando ha llegado el momento de que la ciudadanía se pronuncie a las reformas, en el caso catalán votó menos de la mitad del electorado. ¿Era pues, un tema relevante para la sociedad? Recordemos en una sociedad partida a la mitad, no ya sólo izquierda-derecha, sino nacionalismo-no nacionalismo, donde algo que, supuestamente, debería tener relevancia para la "nación catalana", no la tiene. ¿En verdad es, pues, tan importante el nacionalismo? ¿No será que los ciudadanos dijeron simplemente: "trabajad y dejadnos en paz con vuestras discusiones sin sentido"?

Voy a emplear la historia de España liberal para referirme al Senado. Históricamente el Senado ha sido siempre una cámara conservadora, como en el resto de los Estados liberales. Los regímenes más radicales, los que más se propusieron avanzar, los más progresistas, como las Cortes de Cádiz o la II República, no tenían cámara alta. El Senado es un estorbo. En el régimen actual el Senado tiene menos poder que el Congreso, el Congreso siempre tiene la última palabra, ya lo hemos podido ver en estas últimas legislaturas con los Presupuestos. Hay que estar agradecidos que esto no sea Italia, con dos cámaras de iguales poderes, causante de caídas de gobiernos. Pero, ¿para qué queremos un Senado que no sirva para nada? Está la otra propuesta, que sea la cámara de representación territorial, recogido además en la Constitución. En el Parlamento no se tienen que representar ni estamentos ni territorios, como las cortes medievales, en el Parlamento se haya representada la soberanía nacional, que reside en el pueblo. El Senado no tiene cabida, debe dejar de existir.

En el nacionalismo tenemos que hacer una distinción: hay ciudadanos que se sienten nacionalistas, y hay políticos que hacen negocio y se mantienen en el poder a base de explotar ese sentimiento. Es palpable que el nacionalismo surge por la existencia de unas diferencias- económicas, sociales, culturales- con el resto del país, y mucho más cuando se trata de regiones más adelantadas (Quebec, Lombardía, Cataluña, Euskadi, Flandes…). El nacionalismo se le combate mejor con la palabra, con la democracia: el nacionalismo se mantiene a base de un discurso de mentiras, de egoísmo y diferencia frente al otro, y hay que desmontar esas tesis. Ante las propuestas de consultas, yo quiero seguir el ejemplo del Partido Laborista escocés. No es un partido secesionista, pero quiere que se haga la consulta para que los independentistas sean derrotados y privarles de su discurso identitario. Lo mismo tenemos que hacer: si se quieren promover consultas, que se hagan, que se marquen criterios de más allá de la mitad más uno, tanto en votos como participación, porque si pasa lo mismo que en las consultas de los estatutos catalán y andaluz, es que esos temas les importan bien poco a la ciudadanía. Una vez pasados esos trámites, derrotadas las posturas soberanistas, esos gobiernos nacionalistas o se dotan de un nuevo discurso, de un verdadero programa de gobierno, o serán los ciudadanos quienes determinen quién gobierne. Lo que sí es cierto es que hay una autodeterminación: la ciudadanía vasca, española, europea, puede expresarse libremente, por multitud de canales, como el voto, para hacer mostrar su opinión de las cosas. Autodeterminación podría ser perfectamente acabar con 28 años de clientelismo peneuvista.

Es necesario un nuevo contrato social. Hay que redefinir el Estado, actualizarse a los nuevos desafíos de la sociedad, avanzar a la democracia más cercana al ciudadano. Y de una vez por todas, dar una patada a los que zancadillean este camino: el capitalismo, la violencia terrorista y los personalismos.

El nuevo contrato social debe ser de la voluntad mayoritaria, lo más amplia posible, de la ciudadanía, en un pacto histórico. Siguiendo a Rousseau, la voluntad general es soberana, es absoluta, todo lo puede. Los viejos modelos tuvieron su acierto en su momento, pero todo tiene un desarrollo, todo acaba por morirse. La monarquía no tiene ninguna consistencia racional en mantenerse en un país que debe ser democrático desde la copa hasta la raíz, luego ese contrato social debe eliminar esos vestigios del pasado. La igualdad real de todos los ciudadanos debe ser un objetivo a conseguir, el nuevo contrato social tendrá que establecer un Estado democrático garantista, y a la vez animador del desarrollo individual. La solidaridad entre los diversos territorios es una garantía más al desarrollo en conjunto de la sociedad y de esa igualdad mencionada: no son solidarios los territorios, lo deben ser los ciudadanos. Ese contrato social está hecho entre los ciudadanos, como voluntad de convivencia y búsqueda del bien común, no entre diversos territorios. La nación que se configure es la nación política, la voluntad de unos ciudadanos de convivir juntos, no tiene una personalidad propia, ni se basa en diferencias culturas, lingüísticas o históricas. La Revolución francesa nos enseñó que la nación que proyectó Sieyès en ¿Qué es el Tercer Estado? es una nación de integración, que no está anclada a la historia del feudalismo y del absolutismo para configurar un nuevo marco político.

¿Qué pensamos al hablar de la nación? Pienso en una historia, en unas características en las cuales nos reconocemos, en un territorio, sí, pero también que esa nación está integrada por infinidad de personas que cada día luchan por sobrevivir, unos necesitados de mayor esfuerzo que otros, que necesitan de una mano tendida. El mejor patriotismo será todo aquello que contribuya a mejorar el bienestar de los ciudadanos y la riqueza nacional. Esto para España, pero también se puede extrapolar a Europa, y, con el tiempo, al mundo.

10 comentarios:

bitdrain dijo...

Debería usted releer lo escrito. Hay incogruencias en su discurso :) Después deberías leer algunos autores que muestran tu postura, pero con más fundamento porque tu me das mucho miedito. Como nos descuidemos nos montas aquí un discurso de camarada ;)

Alberto Ginel Saúl dijo...

Javi Respecto al senado: lo que tú rechazas ya se está produciendo en el congreso de los diputados.

Es un vicio, algo nefasto, pero está ocurriendo.

Los diputados electos en alguna de las circunscripciones vascas, catalanas o gallegas... venden clamorosamente su libro regional ante los representantes de toda la nación.

Sólo hay que ver el debate de los presupuestos, ese debate que tiene tantísimo interés para los nacionalistas.
En ese debate, y por lo general, en todos los demás, vemos como estos diputados olvidan que han sido elegidos para representar a todo el pueblo español: trabajan en la sede de la Soberanía Nacional, de cara a todos los españoles.

¿Pero, como vamos a pedir a Erc que eleve un mensaje y un programa nacional si solo reconoce la existencia de su propia 'nación'? Pues ERC fuera de la Soberanía Nacional. ERC, con CIU, con PNV, con BNG, con NaBai, con CC... con todos esos partidos que, teniendo menos de un millón de votos bloquean y desvirtúan el Congreso de los Diputados con sus discursos sesgados y particularistas... que se vayan a discutir sus (legítimas o no) reivindicaciones territoriales y particulares a otra cámara: al Senado

Es verdad que estos partidos particularistas bloquean (sobre todo los dos grandes) el trabajo parlamentario y son, de raíz antónimo de lo estatal, de lo global, de lo común.

Por no hablar del interés que puede despertar en un diputado murciano la marcha del AVE a Huesca o el estado de la carretera que pasa por tal pueblo de Tarragona.

Menos interés y paradigma de la pérdida de tiempo fue, por ejemplo, la escaramuza que se produjo la legislatura pasada con motivo del debate parlamentario sobre el famoso Estatut.

Más de la mitad de la legislatura y del trabajo parlamentario se vio bloqueado y desplazado de los medios de comunicación, de la calle, de la cabeza de nuestros diputados y de sus esfuerzos como servidores de toda la Nación, por una cuestión de trasfondo regional que de haber iniciado su trámite en el Senado (y no al revés) no habría creado el revuelo y la crispación que efectivamente generó.

¿No sería mejor que todas estas cuestiones territoriales tuvieran como sede otro foro?

Tenemos la suerte de contar con el Senado, no hay que inventar nada, se da la circunstancia de que la Constitución ya le dice muy claramente qué debe ser y de qué temas debe ocuparse: representación territorial (además de cámara de doble lectura).

Por desgracia, esta faceta senatorial ha sido desatendida.

El Senado no molesta, no preocupa, pero tampoco está claro para qué sirve.
Tal y como funciona en la actualidad es un gasto inútil, estoy de acuerdo.

Pero en pos de la Soberanía nacional y para delimitar el debate nacional a la sede de los Jerónimos, propongo la reforma del senado, antes que su eliminación.

Como dice Ibarra: podrían desaparecer las autonomías, que el Senado ni se inmutaba, podría desaparecer la presunta cámara de representación territorial, que las comunidades ni se despeinarían.

Por ello pienso que hay que dotar de contenido al senado, en los términos que ya expresé en mi reflexión.

Al congreso se llega por circunscripción única.
Se lograría así lo de "un ciudadano un voto".

Al congreso entrarían partidos de mensaje nacional, los que superen un determinado porcentaje de votos, no sé si el 4% o el 5%. Convendrás conmigo en que, lo que no se puede permitir es que entre el PNV, con menos votos, e Izquierda Unida con más, exista ese abismo de escaños.
Esto es prostituir la democracia representativa.

Por si alguien lo piensa, llevar a los nacionalistas al Senado no es promover el bipartidismo.
Con la reforma electoral en estos términos, los dos grandes partidos, los otros grandes beneficiados por el estatus D'Hont, bajarían unos pocos escaños (sobre todo el PP).

Pero es que además tendríamos una Izquierda Unida con 12 escaños, una UPyD con seis... y se alentaría así a estos partidos, que estarían llamados a ser creadores de mayorías de izquierdas o de centro derecha, según conviniera, pero siempre entorno a un proyecto nacional, global y más acorde con la España de las Autonomías, que debe ser simétrica.

No concibo porqué, una región como Cataluña, por el mero hecho de tener en el parlamento nacional un partido nacionalista potente, pueda tutear e incluso faltar al respeto al Estado, poniendo los pies sobre la mesa y exigiendo talonarios para brindar su preciado y vital apoyo para que salgan adelante los presupuestos que también afectarán a Andalucía o Extremadura, que seguramente recibirán menos, porque los Catalanes o Vascos recibirán más como fruto de esa negociación-chantaje al que someten al gobierno de turno.

Nos están alentando a algo terrible. Que todas las regiones tengan su propio partido regionalista, que estos partidos concurran a las elecciones con un tono victimista, de agravio comparativo, de demagogia para intentar arañar al Estado (y al de al lado) los euros correspondientes.
Renunciemos todos a la ideología, convirtámonos en regionalistas que es lo que se lleva ahora, que son los que se llevan el pastel.
Si esto sucede, llegaría el fin de la democracia. Y no es ninguna tontería: al principio de la democracia, cuando más razonable parecía la existencia del nacionalismo (para reclamar descentralización, por las décadas de opresión centralistas.. etc) sólo había dos partidos nacionalistas. Ahora abundan como las setas.

España es uno de los países más descentralizados del mundo, que mejor distribuye el poder entre los territorios... pero el nacionalismo-regionalismo, lejos de neutralizarse por los éxitos de la evidencia, por la positiva descentralización... se reproduce por el olor del dinero.

Un saludo Javi. ¿nos vemos el viernes en Rivas?

Alberto Ginel Saúl dijo...

Javi Leí en tu blog tu entrada "No hay que tener miedo a las consultas".

Te daré mi opinión sobre este tema. Poniéndote un ejemplo bastante estúpido.

Se funda en España el partido "Por el derecho a flotar, no a la ley de la gravedad".

Tienen, además de un líder carismático, un mensaje muy razonable: están en contra de que la gente se tropiece por la calle, de que los ciudadanos se vayan de bruces y se destrocen las rodillas contra la acera, de que las macetas caigan sobre las cabezas de los viandantes etc... por ello, conectan con buena parte del electorado y consiguen arribar al Parlamento.

Allí, como es natural, pretenden dar satisfacción a sus electores y conseguir que el Parlamento abuela esa ley según la cual, quien se cae al suelo se hace sangre. Quieren que se reconozca el derecho a flotar. No a la ley de la gravedad.

Cuando tú y yo reivindicamos el derecho a la libertad de expresión y de pensamiento, cuando defendemos la dignidad de la persona y la paz, nos referimos a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Cuando defendemos la asistencia sanitaria y una educación pública, de calidad y gratuita, acudimos a ese artículo que todos tenemos memorizado en el que se dice que España es un Estado Social y de Derecho.

¿Pero a qué, si no a sus propias filias y fobias, puede acudir un independentista? ¿Dónde está positivizado ese famoso derecho de autodeterminación que no es tal? ¿Qué constitución contempla la desmembración de su propio cuerpo nacional? ¿Cómo van a promover las NNUU que las fronteras, enemigas de la concordia planetaria, se hagan aún más fuertes y espinosas dentro de los propios Estados?

Por lo mismo que no se puede pedir volar, no se puede pedir la autodeterminación con una cara seria.

Lo primero, no tiene cabida en el marco físico del planeta, lo segundo, en el marco constitucional actual.

Que el PNV pida una reforma constitucional que recoja el "derecho de autodeterminación de los pueblos" a ver si se aprueba, a ver si lo aprueban los españoles en legítimo y legal referéndum nacional.

Cuando esto suceda, no habrá ningún inconveniente y yo votaré en contra de ese proyecto.

No es cuestión de miedo o de no miedo. Es cuestión de legalidad o ilegalidad.

Ya estoy desarrollando en mi el espíritu de jurista. Lo siento

Javier dijo...

Espero que el mensaje de respuesta no me salga muy largo. Varios puntos:

Ayer te iba mal el msn? Porque a mí me daba demasiados problemas
Dos, lo siento, a lo de Rivas no podré, y mira que me habría gustado, pero ya me comprometí con Luis de Buenavista a ir al acto de su agrupa el mismo día. Es una lata no disponer de la capacidad del desdoblamiento. Crearemos un partido ad hoc para defender el derecho a desdoblarse ;)

Después de esas notas distendidas, vamos a lo serio.

Respecto al senado:
Yo me amparo en el conocimiento de la historia de la España liberal y de la actualidad. El Senado es un incordio, un gasto y lo que decida no tiene validez si el Congreso no da su visto bueno. Pues, ¿para qué una segunda cámara? Si dividimos sus funciones a situaciones concretas sería una solución, pero eso sería imposibilitar que la totalidad de los representantes de la Soberanía Nacional se pronuncien en los temas que se lleven al legislativo, bien los del Congreso, bien los del Senado. Tampoco quiero el modelo italiano de cámaras de igual poder, ya sabemos el problema que conlleva para la estabilidad. Así que ni cámara con poder ni cámara sin poder. El legislativo debe ser único.

Lo de dejar a los partidos regionalistas al Senado, yo veo allí un problema muy grave. Recordemos quién vota: los electores, los ciudadanos españoles. Aunque no se sientan españoles, por imperativo legal lo son. En su conjunto son la Soberanía Nacional, que reside en el pueblo, según recoge la Constitución. Si su elección libre es votar a un partido de ámbito no nacional, aunque sea ideológicamente contrario a las ideas expresadas de Soberanía Nacional, unidad de la nación, etcétera, sigue siendo una manifestación de la opinión de esa Soberanía Nacional. PP, PSOE, IU, UPD, PNV, ERC, etcétera… son los representantes de esa Soberanía Nacional, que al alcanzado los mínimos establecidos para tener su representación. No tienen sólo 20 votos, CiU por ejemplo tiene 800.000, el PNV 300.000, UPD los mismos… no son un segmento minúsculo, son un segmento importante. Y llevarles a una cámara inútil es hacer una distinción del voto, una discriminación, una división de la Soberanía Nacional.

Fíjate por ejemplo, y bitdrain lo sabrá muy bien, en la ley electoral canaria, que es una demencia de cabo a rabo: en Lanzarote el PIL es el más votado y no tiene representación porque no alcanza el mínimo en el resto de islas. ¿Por qué la mitad de los electores de Lanzarote se ven privados de representación y sí la otra mitad, minoritaria? Son ciudadanos libres, han ejercido su libertad de voto, han votado al que más les ha gustado, y por una ley sin racionalidad alguna, se ven privados de representación. Hasta hace poco el PNV era el más votado en Euskadi, en Cataluña lo ha sido el PSC, partido recordemos que no es el PSOE, está federado al PSOE… ¿van a ir a otra cámara? ¿Se va a privar a millones de ciudadanos de sus representantes? En Euskadi un tercio del electorado se vería sin representantes, siendo los segundos más votados, a favor de los partidos que se presentan en toda España, PSOE y PP. Y en Cataluña, sólo el PP es el partido que se presenta en toda España, puesto que el PSOE no se presenta, lo hace el PSC… ¿todos los escaños catalanes irían al PP, partido con menos del 20% de votos?

Con Ibarra he estado de acuerdo en muchas cosas, e incluido en la desconfianza del nacionalismo, pero no coincido en la forma de combatirlo. Relegarles a otra cámara, a la cámara inútil, aunque se dote a esa cámara de funciones exclusivas, con todos los problemas que planteo en el párrafo anterior, sería reconocer que somos incapaces de ganarles la partida, de desenmascarar sus mentiras y sus clientelismos, que no podemos hacer llegar la verdad a la ciudadanía. El nacionalismo, lo he escrito muchas veces, como en “No hay que tener miedo de las consultas”, se le combate y se le derrota cuando los ciudadanos meten sus votos en las urnas. Mira las elecciones de 2008, el retroceso que han tenido tras cuatro años con su raca-raca de independencia y planes Ibarretxes de ERC y PNV, del estancamiento de CiU, del BNG, de la decadencia de EA, de la izquierda abertzale y del nacionalismo andaluz.

Sus discursos, sesgados y particularistas, como bien denominas, se deben derrotar así, y se puede. Porque por esa regla podemos también contemplar como sesgado el discurso de Rosa Díez, de los conservadores, ¡e incluso de IU y PSOE! Porque cuando suben a la tribuna de oradores exponen sus ideas, sus intereses, sus ambiciones. Pero son cosas legítimas, porque han sido votadas libremente por los ciudadanos. Pero todo el conjunto, la síntesis de todo eso, es la Soberanía Nacional, que no tiene una voz única ni un pensamiento único, eso lo dan las mayorías que se sucedan a lo largo de su historia y marquen su camino.

Respecto a la circunscripción única:
Yo también defiendo la idea de un ciudadano un voto. Pero votar a una lista de 350 o más diputados, aparte de duplicar la sábana del Senado, me parece la desvirtuación total de la representatividad. Porque en ese caso tenemos que unirlo de forma impositiva a reformar un concepto: ¿de quién es el escaño, del partido o del diputado? Porque esa persona, a menos que se presente como independiente, ha sido elegida únicamente por ir en una lista de un partido, y los ciudadanos votan al partido, no a la persona. ¿Felipe González habría sido diputado de 1977 a 2004 si se hubiera presentado como independiente? Entonces, eso conllevaría totalmente la dictadura de la disciplina de partido, y todo aquel díscolo sería echado bien por el resto de la cámara bien por el partido. Esto sería un engendro peligroso.

Yo creo que las mayorías parlamentarias deben respetarse íntegramente, también es muy difícil pedir ética a cientos de personas, porque, tenemos que tener en cuenta, las personas son humanas, están sujetas a los comportamientos humanos. Por lo menos en estos tiempos, y de aquí desde la prehistoria, no sé si el futuro alumbrará al hombre que soñaban desde Rousseau a Marx pasando por Hegel. Si algo bueno tiene Venezuela, es la posibilidad de la revocación de los cargos electos, y entonces todo aquel que incumpla el mandato que los ciudadanos dieron al partido o partidos que votaron en una circunscripción, puede ser revocado por esos ciudadanos.

Para no extenderme, la lista única puede suponer el desconocimiento total de quién es diputado. En Madrid tenemos el mismo problema: 35 diputados, pero otras provincias tienen 10, 6, 5…incluso dos. El grado de desconocimiento se estrecha.

Para solventar los problemas de representatividad, igualar porcentaje de votos a porcentaje de escaños, la solución puede ser el sistema proporcional nórdico o el alemán, y/o aumentar el número de diputados. Y por qué no, incluir también una circunscripción nacional complementaria que resuelta los problemas de proporcionalidad y de voz a las opciones políticas que superen los mínimos electorales.

Otro problema que existe, y es en la falta de responsabilidad que guardan los partidos, regionalistas o nacionales. Yo creo que será la cultura mediterránea, mira Italia cómo ha estado por culpa de los pequeños partidos. En Holanda eso no pasa, en Suecia tampoco, en Dinamarca igual, suelen cumplir sus legislaturas y los gobiernos son estables, aunque tengan un sistema multipartidista. Creo que lo que tienen es un sentido de responsabilidad respecto a la sociedad que les ha elegido, que tienen interiorizada la democracia, y, también hay que recordarlo, la mayoría de esos partidos son partidos de ámbito nacional.

Pues, aquí los partidos, ni nacionales ni regionales, guardan esos sentidos. Todos tienen un planteamiento muy maximalista, todos buscan abarcar más allá de lo que se merecen por votos, todos se declaran depositarios de la verdad absoluta. Para poner un ejemplo, el espectáculo PSOE-IU en el ayuntamiento de Leganés en 2007, o en los andaluces. Esos planteamientos tienen que cambiar, no sólo los de los nacionales, como IU, PSOE o PP, sino todos. Y si no, la forma de deshacerse de los particularismos egoístas es con la fuerza del voto y de la convicción, en eso no podemos claudicar, ni relegarles a otra cámara. Por que, ¿se van a quedar contentos con eso? No. Pero si desaparecen por la falta de apoyo popular verán la realidad de sus mentiras.

El ejemplo de ese partido tan “gracioso” no es válido. El derecho a la autodeterminación, como el derecho a la libertad de expresión, a la vida, a la asociación, etcétera, son ficciones legales, aunque sean inherentes al hombre como creían los ilustrados, los liberales y los socialistas. Pertenecen al campo de las ideas, son intangibles. Tu ejemplo pertenece a la física. Podemos discutir o no si se recoge el derecho a la autodeterminación o incluso el de la libertad de expresión, pero discutir para cambiar la física es inútil. Así lo mismo el derecho a no morirse, crear una ley que diga que todos somos ricos o implantar un mar de color amarillo. Las propuestas grotescas, en tanto que ideas, se pueden obviamente proponer y hasta defender, aunque su campo más acorde fuese el circo o el Club de la Comedia. Los ciudadanos, cuando votan y ejercen la Soberanía Nacional, son muy serios en estas cosas.

Sobre la autodeterminación:
La Carta de las Naciones Unidas, capítulo IX, artículo 55 expresa:

“Con el propósito de crear las condiciones de estabilidad y bienestar necesarias para las relaciones pacíficas y amistosas entre las naciones, basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, la Organización promoverá:

a. niveles de vida más elevados, trabajo permanente para todos, y condiciones de progreso y desarrollo económico y social;

b. La solución de problemas internacionales de carácter económico, social y sanitario, y de otros problemas conexos; y la cooperación internacional en el orden cultural y educativo; y

c. el respeto universal a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, y la efectividad de tales derechos y libertades”.

La autodeterminación la hacemos cada día como personas, y en conjunto, como pueblo, o pueblos, en el mundo. Cada día, en cada elección, determinamos nuestro camino. El derecho a esa autodeterminación existe, pero como pone la Carta de la ONU antes en los puntos a, b y c. Es eso. La autodeterminación no puede ser egoísta. El hombre, en tanto que ve la realidad, como sabe que el derecho a flotar es un chiste, no puede actuar de forma insolidaria. Por eso, me repito, no hay que tener miedo a las consultas, porque eso mismamente será el derecho de autodeterminación: determinar que no se puede ser egoísta, y revolver el discurso nacionalista hasta dejarlo en la nada.

Por eso, autodeterminación puede ser echar del poder en Euskadi al clientelista PNV, o incluso al PSOE del Gobierno de España: cualquier ejercicio democrático es un ejercicio de autodeterminación. Las independencias de los territorios españoles, son, como el derecho a flotar, un chiste, porque contemplan irreversiblemente el egoísmo y la irracionalidad, a lo que el ciudadano dice No. Ejemplo de Italia: durante el último gobierno Prodi se votó el referéndum de federalización que hizo Berlusconi para contentar a la Liga Norte, y los italianos dijeron no porque eso favorecía el egoísmo de la Liga Norte y sus ambiciones de secesión incubierta. Ejemplo de Escocia: los laboristas quieren que se celebre la consulta de independencia para que los ciudadanos digan no y privar al Partido Nacionalista Escocés de su discurso. Ejemplo de Quebec: sus ciudadanos siguen diciendo no y en las elecciones regionales los partidos nacionalistas quebequenses pierden apoyos.

Claro que, si los que pensamos de modo racional nos quedamos quietos, la irracionalidad vence, pero por eliminación. Para que el mal triunfe sólo es necesario que los hombres buenos no hagan nada.

Saludos!! (creo que al final sí me ha salido un poco largo)

Alberto Ginel Saúl dijo...

Ese artículo se refiere a los territorios sometidos a regimen colonialista.

Javier dijo...

¿Acaso esos puntos del artículo 55 no son aplicables al resto de países del mundo?

Por cierto quizás voy a Rivas.

Javier dijo...

Igualmente no deja de existir la práctica de la autodeterminación, o libre determinación, tal como describo en mi (demasiado amplia) respuesta.

bitdrain dijo...

Más que contrato social sería redefinir un modelo o ente de estado. Es decir, supresión de la falsedad implícita en el término "nación" y lo que ello conlleva.

Pasar a evaluar el sistema et urbe, entidades muy por encima de las fronteras y de lo que ahora reconocemos como nacionalidades.

Una especie de globalización integradora donde los órganos de poder ascienden a entes que englobes regiones, dígase Europa, cuyo destino presente y futuro es más que suficiente para justificar la magna obra de construcción supraestatal. Un proyecto de futuro conjunto y una reducción de poder estatal, en el sentido de definir una búsqueda localista y, en cierto modo, anárquica.

En definitiva, unos focos locales de participación de la plebe, un foro de activismo y democracia plural. Siendo los sucesivos enfoques superiores meros reguladores de cuestiones de mayor trascendencia.

Es decir, la orientación de un sistema a varias velocidades. Uno, el del top, donde prime el objetivo común de regulación y defensa de los intereses representados (ciudadano como beneficiario de esa política). En el escalón más bajo, plenos municipales participativos y democráticos, con poder de decisión, donde el ciudadano vaya y plantee sus problemas en pleno o asociación local y sea escuchado. Donde los ciudadanos decidan donde invertir el dinero local en función de sus necesidades primarias. Cómo en la Vieja Roma...

¿Qué os parece?

Javier dijo...

Es una propuesta muy interesante. El nuevo contrato social es necesario, y dotar a la nación del significado más integrador que puede tener, y no sólo tener en común un pasado, hay que tener en común un futuro. La evolución es la unión, no la desunión. Empezamos por España, sigamos por Europa. La reducción del poder estatal tiene que ir por el reforzamiento de los poderes supranacionales y de los locales, hasta que llegue el momento que podamos dar por extinguidas las naciones actuales. ¿Una nación europea? Al menos así veo yo lo que propones. Tenemos que hablar del futuro de unión de Europa, que los gobiernos han puesto freno, y los ciudadanos no hemos hecho nada más que abstenernos de los asuntos comunitarios.

bitdrain dijo...

¿Qué tal si seguimos la discusión en esta otra entrada: Relatividades del Estado y el Contrato Social.

Un saludo.