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miércoles, 14 de mayo de 2008

El personalismo, gusano del socialismo


Resulta admirable el trabajo de muchas personas, personas humildes que entregan su tiempo libre o dan una total dedicación al servicio de las ideas: luchando por el socialismo, trabajando por un ideal y por la mejora de la vida de las personas.

Gente así, son la inmensa mayoría, la mayoría silenciosa que ponen sus cargos y su fuerza para defender hasta sus últimas consecuencias el ideal socialista. Son gente que no quieren ni buscan cargos por tenerlos, por simple ambición propia, más que la propia y sana ambición de hacer todo lo posible por el bienestar de los ciudadanos. Junto a ellos, por desgracia, están los otros ambiciosos, los que no tienen escrúpulos, los que no tienen ideas, más que ideas huecas, falsamente progresistas, todas dirigidas a un punto: cargos, cargos, cargos, y vivir del cuento.

Creo que la gente puede dedicar toda su vida a la política, creo en gente que se forja un camino laboral y decide dedicarse por entero a la política por el ideal. Pero no puedo creer en gente que ya antes de hacerse un hueco en el mundo laboral, o al menos no tener decidida o terminada una carrera, una especialización laboral o haya al menos buscado su sustento más allá de la política, quiera meterse en ella de lleno y vivir de artificialidades.

Las juventudes de los partidos han de ser una cantera de los futuros miembros del partido, personas que han ido adquiriendo experiencia y que comparten todos una cosa en común: el ideal y el programa, no la ambición ni el personalismo. Y todas las juventudes de los partidos caen, y en esto también se incluyen las Juventudes Socialistas, a ser una cantera no de ideales sino de ocupantes de cargos. No para hacer, sino para no hacer. Las luchas que hay en los partidos y todas sus secciones no son luchas por el programa A o el programa B, sino porque fulano o mengano tengan su cargo y vivan del cuento. Y a esto las juventudes han representado idénticamente los conflictos de los partidos.

Hay personas, una persona, sin oficio ni beneficio, que puede acumular en su tarjeta de visita hasta tres cargos, como dirigir unas juventudes, ser técnico municipal de nada y ser diputado. Lo que no es ni mínimamente explicable sin manipular las palabras y los conceptos es tener un cargo con un sueldo a costa de los presupuestos municipales que solo se da por ganar un puesto y tener que vivir de algo por argucias. Lo que no es natural es que una persona sea diputado de la noche a la mañana sin un mínimo mérito para serlo. ¡Qué pensarían los griegos, creadores de la democracia, o los romanos, creadores del derecho! Creo en el mérito, en el cursus honorum basado en el mérito. Si criticamos a gente como Manuel Pizarro o Álvarez de Toledo, que ganan sus escaños sin méritos internos en las filas conservadoras, más que el “mérito” de embolsarse varios millones o de dejar por los suelos la independencia y rigor periodístico por servir a las directrices partidarias… deberemos también condenar lo mismo que ocurra, aunque sea en el seno del socialismo, ¿no? Si no pecaremos de hipócritas.

No es una crítica por ser la persona fulana o la persona mengana, no es la persona, ni mucho menos. Es el método, es la vía, son los actos. Convertir las juventudes de la región en algo menos que nada, sin voz entre la juventud, moviendo hilos para acabar con quien pueda elevar una voz distinta, hacer prácticas que rozan los límites de la ética (o de la legalidad, mismamente), o no ver lo que es la realidad, que no tenía peligros y que podía haber hecho exactamente lo mismo, o estar donde está ahora, con actos de integración, de buena voluntad. Y por añadir, con ideas propias basadas en el ideal socialista y no en la simple ambición personal. Porque, ¿ambición para qué? ¿Cargo o ideas?

Si no se ve el tremendo daño que esas actitudes crean entre la gente, es la constatación de que entre los dirigentes de los partidos hay muchos al único servicio de sus intereses personales, y ya por eso gente a la que hay que rechazar y alejarse. Pero por eso mismo temer lo que muchos ven: en la política hay gente sin escrúpulos. Y con eso solo salen perjudicados la ciudadanía misma y los que trabajan en la política por el ideal.

El socialismo no es eso. No es eso, no es eso, parafraseando a Ortega.

3 comentarios:

bitdrain dijo...

Has dado en el clavo con esta genial aportación pero sólo una cosilla... qué son las ideas sin la puesta en práctica.

No se necesita ser político para idear pero las ideas no son absolutamente nada sino se aplican a la sociedad y el ideal socialista no necesita de elecciones para llevarse a la práctica.

Las juventudes deberían estar en la calle trabajando, aportando, sumando, poniendo en práctica el ideal socialista.

Iván Palacios dijo...

100% de acuerdo un abrazo y fuera los trepas

Javier dijo...

Las Juventudes hacen todo eso que dices, Bitdrain, pero el problema es que quienes estemos en la calle y dejándonos nuestros esfuerzos seamos una gran mayoría, mientras una pequeña minoría nos controle y use para sus ambiciones personales y juegue a la caza de cargos.

Está muy claro que el ideal hay que tenerlo, siempre. Y obviamente por eso mismo el ideal no sólo se tiene, sino que se practica. Porque para charlas filosóficas sin apenas práctica ya estaba la Ilustración.