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lunes, 5 de mayo de 2008

Karl Marx 1818-1883


Hoy 5 de Mayo, hace 190 años, nació en Tréveris, en una familia burguesa de origen judío, el que estaba llamado a ser el padre del socialismo científico y el pensador filosófico más importante para millones de personas.

Karl Marx, como en broma decía, “en cuanto a mí, no soy marxista”. Para empezar, no era proletario, era burgués, y desde el principio fue un liberal radical, un demócrata, poco a poco derivando a la aceptación de que sólo la emancipación de la clase oprimida, el proletariado, podía ser posible a través de una revolución que fuera la expropiadora de los expropiadores y acabara debilitando el Estado hasta hacerlo desaparecer y sólo entonces es cuando el hombre, por fin, sería libre y viviría en la sociedad comunista.

¿Qué queda hoy del legado de Marx? Sus ideas influyeron en los partidos socialistas del mundo, acabaron por hacer temer a los burgueses del peligro de la revolución y de echarles a los brazos del fascismo y del autoritarismo. La derrota fascista en la II Guerra Mundial elevó al primer país socialista a la categoría de superpotencia y alumbrador de la ideología marxista sobre casi la mitad del planeta.

Pero una ideología impuesta por medio del terror, no por el convencimiento, por perversión de Lenin del pensamiento de Marx: de ser el hombre explotado por el hombre, se pasó a la explotación del hombre por el Estado. Una maquinaría estatal despiadada contra el individuo y su conciencia para fortalecer un Estado portador de una ideología que, paradójicamente, en su fin último estaba el debilitamiento del propio Estado para su desaparición.

La caída de la URSS y del bloque socialista llevó a la izquierda mundial a una crisis que aún arrastra: la utopía había caído, la verdad del totalitarismo soviético hizo hundirse a la izquierda del socialismo, un hundimiento del que todavía no sabe salir a flote. Y a la socialdemocracia, que abrazó sus postulados pero los adaptó según las circunstancias de los cambios del mundo, todos siguiendo a Bernstein, también entró en una crisis de fe al derrumbarse el único modelo económico alternativo al capitalismo neoliberal más despiadado.

Las únicas islas de sistemas socialistas, como Corea del Norte, no es más que una dictadura de un estilo orwelliano; Cuba quiere mantener los logros revolucionarios e intentar liberarse de la herencia castrista para abrirse; China no es más que una dictadura neoliberal justificada bajo un nacionalismo furibundo que por un pretendido socialismo.

Del marxismo, de su evolución e interpretación, sólo queda la socialdemocracia, democrática, partidaria de la libertad, sensible a la injusticia y portavoz de los humildes. Y en crisis.

Hay que leer e interpretar a Marx para relanzar la nueva socialdemocracia.

3 comentarios:

CSA dijo...

Estoy y no estoy de acuerdo con tus reflexiones.

Los últimos años de Lenin le "cedió" el poder a Stalin quien reprimió al pueblo ruso. Fue Stalin y no las ideas de Lenin quien destruyó toda la teoría en la URSS.

Es verdad que las demás revoluciones derivaron de ese estalinismo y se convirtieron en dictaduras, pero se pueden reformar y no caer en la tentación de derribarlas.

Como ya he mencionado en escritos míos sobre la unión de la izquierda, hay dos socialismos: el socialismo democrático anticapitalista que aplica el marxismo al transformar el mundo y la socialdemocracia capitalista al querer que el mundo sea estable en la máxima explotación.

El primer socialismo, nunca el segundo, ha de avanzar en Europa mientras que en otros países se ha de reformar el comunismo y no caer en la tentación estalinista del Estado.

Compañero, estoy de acuerdo contigo en que hay que leer e interpretar a Marx. Pero no solo a Marx sino también a otros que escribieron y dieron todo de sí para aportar a la teoría marxista un carácter de fortaleza.

Muchas gracias por el artículo

Alberto Ginel Saúl dijo...

En realidad se atribuye a Lenin un bonismo que no logro entender.

La revolución de Febrero, movimiento que derrocó al absolutista Nicolás II, creó, mediante la conjunción de liberales, socialistas y reformistas, un ejecutivo elegido democráticamente, así como una asamblea legislativa.
Este gobierno, liderado en su segunda etapa por Kerensky fue desestabilizado a partes iguales por la derecha partidaria del antiguo régiman, como por los militantes bolcheviques.

Fueron los bolcheviques quienes, en la revolución de octubre (insurrección militar-popular), terminasen por la vía violenta lo que por la democrática había comenzado. Solo hizo eso: comenzar, porque tan inoportuna intransigencia lo cortó de cuajo.
El bonismo de Lenin: a él se le atribuyen sin duda, multitud de brillantes y fantásticas ideas, pero también el invento de los gulags, como centros de internamiento (y práctico exterminio) de oponentes políticos. Allí fueron derechistas y centristas, terratenientes y los llamados "blancos" (ni que decir tiene)pero también mencheviques, reformistas y los que se llamaban ya por aquel entonces: socialdemócratas.

Pudo tener Lenin brillantes ideas, las cuales me interesan más como paleontología que como ideario político, no obstante, la forma en la que alcanzó el poder y también la forma en la que lo mantuvo (mediante un partido único y mediante una represión de la que aprendió Stalin), le desacreditan, o al menos, no le diferencian en exceso de este (Stalin) que este sí, según leo por unanimidad, era un mal bicho.

Hay una frase muy sabia, es casi un refrán que dice "lo que por la fuerza se consigue por la fuerza se mantiene". La fuerza y la autoridad, si no va acompañada de responsabilidad y de legitimidad democrática, se convierte con Lenin y con Stalin, con Franco y Mussolini... en Dictadura. En Dictadura y represión.

Anónimo dijo...

abajo la democracia liberal, viva la dictadora del proletariado!